¿Qué me has hecho mi moreno? Tan hermoso, con tus rizos azabache y tu nariz árabe. Con tus labios de amapola, la piel de los olivos y tus ojos pintados por el luto que dejaste en mi alma desgarrada.
¡Qué me has hecho tu luna! Con nuestros besos de cereza que comías de mis pechos, con tus fauces comiendo de mi piel de cordero. Con tu rostro hermoso entre mis rodillas que te rezan.
¡Qué te quiero y te quiero! Anoche le hablé de ti a la luna y a las estrellas, y al sol le pregunté si había oído que te quiero. Le canto al mar una petenera que habla de ti, a las rosas les leí mis poemas y lloraron por mí.
¡Qué soy tuya, mi moreno! Mis ojos te buscan, y me agarro al recuerdo de tu piel sobre la mía. Me estoy muriendo por no beber de tu saliva maldita; te lloro, y te quiero, y te odio, y te amo, y es que me muero por ti.
Qué agonía el querer que te tengo. Soy la mártir del pueblo mío, y camino al cementerio con tu cruz en la espalda que un día cargó con tus besos. Y seré el espíritu que ahí vivirá, ahora que estoy muerta.
Ya no tengo lágrimas, las dejé a Dios. Me dijo que subiera niña mía, a llorarle en agonía.
¡Qué me has matado, mi moreno! Ya me lloran por aquí. Qué mi madre me ha tenido que coser el corazón y mi padre enterrar mi cuerpo. Me han dicho que tenía tu navaja aún clavada.
¿Por qué no me quieres, moreno mío? No has venido a mi funeral. ¿Me habrás llorado?
Ahora estoy en el cielo, y seré la lluvia que cae en tu cuerpo. Serán mis besos el viento que sopla en tu pelo; y yo, el sol de la mañana, te quemaré la piel para que me lleves contigo siempre. La luna será mi rostro, para que me mires todas las noches, y dime cual es tu estrella favorita porque esa quiero ser.
Un texto maravilloso. Gracias!
Como derrochas pasión desbordada, pareces quemarte en cada texto y morir en cada uno de ellos para resucitarte de nuevo. Es evocador gracias.